¿En qué mintió la serpiente?
          Un acercamiento a la evolución de la conciencia en los mitos
          por Hugo Basile 
          Este trabajo apunta a hacer una descripción de los simbolismos en los que se apoya nuestra cultura y en la repetición de dichos simbolismos en forma cíclica, pero al mismo tiempo, a mostrar que en ellos se encierra el secreto de la existencia humana, desde el nacimiento de la conciencia hasta la formación de la individualidad como forma de evolución y de acceso al conocimiento.
           Podemos tomar datos que algunos podrán tildar de parciales, sin embargo, resulta inquietante la coincidencia de dichos datos que, vistos desde un particular lugar, con una base no científica sino experiencial, nos muestra que cada cosa encaja en el lugar que le corresponde, y que el drama de la existencia humana, como gustaban llamarla los existencialistas, es un reflejo que se repite incansablemente desde los aspectos más abarcativos del cosmos hasta los más íntimos, como lo es el desarrollo de la misma conciencia.
          Vamos a comenzar por lo que conocemos como la mentira de la serpiente bíblica, al que podemos tomar como un artilugio para que el hombre comience a recorrer el camino de la existencia.
          La expulsión del paraíso ( y ahí si podemos decir que el hombre fue arrojado a la existencia),  que previamente había tenido una expresión más universal en el mito de la expulsión del diablo, o de Satanás de la propia casa de Dios, podría tomarse como el punto de partida.
          Los mitos judeocristianos tomados por la civilización occidental muestran lo que otras vertientes de la sabiduría universal  repiten de otras maneras, con otros lenguajes ( que iremos viendo a lo largo de varios números), pero narrando siempre la misma historia.
          La mitología narra en forma amena los procesos que el hombre, en su interior, y desde un punto de vista trascendente, vive cotidianamente.
          Estos procesos no son irreversibles.Todo puede transformarse, incluso el destino del hombre, si éste toma conciencia de que los destinos se trazan con cada acto que se realiza, y que por ende, todo destino puede ser modificado. Pero al mismo tiempo, cada acto que el hombre realiza lleva inplícito en sí mismo su propio futuro. Todo acto, toda acción surge del pasado del hombre y tiende a producir su futuro, pues no hay efecto sin causa y no hay causa que no lleve implícita su efecto.

          La dualidad de Jehová en el Génesis.

          Tanto la tradición católica, como la cristiana, desde el punto de vista teológico, siempre han hecho mención de la existencia de un dios único, todopoderoso e inmutable, que creó al hombre a su imagen y semejanza. La figura de un dios que a lo largo de su historia, ha tenido siempre a un mortal oponente: Satanás.
          La tradición formal nos dice que Satanás fue expulsado del paraíso, y que tiempo más tarde ( después hablaremos de los motivos de esta expulsión), tomó venganza al provocar la desobediencia de Adán y Eva, primeros seres del género humano, a través del engaño. Esta expulsión logró que el hombre dejara de ser inmortal para pasar a tener una vida temporal, y sufrir durante esta vida, distintos avatares.
          Sin embargo, solamente remitiéndonos al Génesis, podríamos hacer otra lectura ( en algunos casos literal pues el texto no deja lugar a dudas), de que en realidad esta escena vivida entre estos tres protagonistas, Jehová, la serpiente y los humanos, en realidad muestra conflictos que mucho distan de ser los conocidos.
          En primer lugar deberíamos decir que la idea de un dios único y todopoderoso declina al leer en el Génesis 1:26  que:

          “...Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme nuestra semejanza...:
          y en Génesis 1:27:
          “Y creó Dios al hombre a su imagen... ...varón y hembra los creó...:

          Lo primero que podemos leer en estas frases, es sobre la dualidad de Jehová, cosa que nos saca inmediatamente de la idea de dios único, y al mismo tiempo nos saca de la idea de un dios hombre, dado que contiene en sí mismo a los dos sexos, a las dos polaridades.
          Sería interesante saber de qué otra manera puede leerse ésta  dualidad, y quizás podamos leerla en el mismo Génesis, cuando la serpiente dice a Eva:

          “...sabe Dios que el día que comáis de él (del árbol del conocimiento del bien y del mal), serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo del bien y del mal”...

          Cuando Dios recrimina a Eva por comer del fruto y tentar a su pareja se defiende diciendo :

          “...la serpiente me engañó, y comí...”

          Es aquí cuando después de maldecirlos Jehová dice:

          “He aquí, el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal, ahora pues que no alargue su mano y coma del árbol de la vida y coma y viva para siempre.”

          De aquí se desprenden varias claves que es importante tener en cuenta.
          En primer lugar, Jehová tiene el conocimiento de que el hombre puede ser como él: dual a partir del conocimiento de esa misma dualidad, es decir, que contiene en sí mismo al bien y al mal.
          En segundo lugar, la serpiente no engañó a la mujer, sino que le dijo la verdad, pues Jehová  confirma lo que la serpiente sentencia “seréis como dios sabiendo del bien y del mal...”, y confirma también Jehová algo sumamente importante “...el hombre es como uno de nosotros...” por tanto la serpiente formaría parte de la misma naturaleza que Jehová...
          También es la serpiente, y no Jehová quien da al hombre la posibilidad de la elección, es decir, quien lo dota del libre albedrío. No olvidemos que son la duda, primero, y la elección, después las que conducen al hombre a tener el conocimiento del bien y del mal.
          También ocultó Jehová parte de la verdad al decir que si comían del fruto morirían.  Al comer solamente tomaron conciencia de sí mismos, y si bien salieron de la inmortalidad, dieron comienzo a la existencia a través de su procreación. Al tomar conciencia de su dualidad producen la primera manifestación : Caín, la primer creación del hombre.

          Cómo sigue esta historia

          Son muchas las formas en las que podría interpretarse esta historia. Si la tomásemos literalmente, podríamos decir que narra los avatares de los primeros humanos sobre nuestra tierra, es decir, como la vivencia de ciertos seres mitológicos que dejaron la impronta de su creación a través de su descendencia.
          Por otra parte, sería pertinente considerar que la mayoría de los mitos, son en realidad narraciones de las manifestaciones internas del ser humano, de comportamientos arquetípicos, que cuentan en forma de narración, procesos comunes a todos los humanos.
          Visto desde este lugar podríamos acercarnos a una idea de lo que en realidad sucedió en ese paraíso.
          Desde la formación del universo hasta la formación de la conciencia, hay un esquema que se repite.
          La teoría del Big-Bang que nos habla de una gran explosión que da origen a la vida en el universo, nos está hablando  del comienzo de la manifestación en la materia, es decir, jamás ha determinado la ciencia “qué” fue lo que explotó, aunque se descarta que haya sido materia. Por tanto, algo que estaba unido, y que podríamos decir que carecía de existencia material, se dispersó, se dividió, se manifestó y dió origen a la diversidad.
          Si observamos el proceso de la formación de la conciencia humana, podremos ver el mismo proceso, es decir, durante su gestación y hasta pasados los primeros años de vida, no hay diferencia entre madre e hijo, es decir, entre creadora y creado. El niño tiene la idea de que él y su madre son uno. Precisamente uno de los primeros dramas del ser humano es el darse cuenta de que en realidad uno y su creadora son dos seres distintos, son dos individualidades. Esta toma de conciencia da lugar a la creación del yo. Cuando el niño manifiesta verbalmente su diferencia con su progenitora, podríamos decir que da comienzo a  “su existencia” como individuo, y a partir de aquí, comienza el desarrollo de su propio ego.
          Podemos observar en estas dos experiencias que los procesos son similares, y que tanto la expulsión de Adán y Eva del paraíso, como la expulsión del diablo del cielo, son en realidad la descripción arquetípica del proceso de individuación del ser humano.
          Adán y Eva son arrojados a la existencia cuando toman conciencia de sí, es decir, cuando abren sus ojos y se dan cuenta de que son diferentes de su creador, aunque en si mismos llevan sus mismas potencialidades, cuando se dan cuenta de que hay una dualidad, y precisamente es esta dualidad la que da origen al conocimiento.

          De cómo el diablo se transforma en el creador de la existencia
           

          Decíamos que quien impulsó al hombre a tomar conocimiento de sí mismo fue la serpiente, que implantó la duda. La serpiente siempre se ha vinculado directamente, en la teología judeocristiana, como al demonio o al diablo.
          Como veremos, no era la primera vez que el diablo metía la cola, pues ésto ya se había repetido a escala cósmica, cuando éste es expulsado del paraíso. No hay demasiados datos que nos revelen de dónde surgió esta idea de la expulsión del paraíso, aunque son suficientes como para hacer una lectura de este hecho cósmico.
          Supuestamente los motivos que dieron origen a esta expulsión, fueron precisamente los mismos que hicieron que Adán y Eva fueran expulsados, esto es: la duda.
          Satanás era el primer y más poderoso arcángel creado por dios. Supuestamente, a partir de la creación del hombre, comienza este cuestionamiento de Satanás hacia Dios, cuestionamiento que residía precisamente en cuál era la utilidad de la creación del hombre. Jehová no soporta dicho cuestionamiento, y es así como estalla la guerra en el cielo. Como consecuencia, Satanás decide desviar a la creación de Dios y, a partir de allí ser el generador de la enemistad  entre Dios y los hombres.
          Las funciones de Satanás a partir de ese momento, son conocidas por todos, pero conocidas literalmente. Si hiciésemos una lectura más profunda de este drama, veríamos repetirse el esquema dado en el punto anterior.
          Sabemos que el nombre de Satanás ha sufrido una larga serie de transformaciones, siendo al mismo tiempo algunos sinónimos de éste Lucifer, el diablo, etc...
          Y es aquí donde comienza una historia distinta.

          Los nombres del mal

          René Guénon, uno de los destacados intelectuales de la mística universal, poco simpatizante de las versiones fáciles del misticismo, y académico portavoz de lo que denominaremos Tradición Mística Original, hace mención en uno de sus libros de los contenidos que los nombres en sí mismos tienen sobre las cosas que nombran.
          "El verdadero nombre de un ser -dice Guénon- desde el punto de vista tradicional, es expresión de su esencia misma; recomponer dicho nombre es pues, lo mismo que recomponer ese ser."
          Félix Gracia, investigador español, hace la siguiente alución sobre dicho tema :
          " Los nombres son expresiones arquetípicas que contienen una función. Asignar un nombre es asignar una función, y también en el nombre del otro, estará implícito lo suyo."
          "Lo diabólico no se refiere a una entidad, sino que alude directamente a una función, la de "separar" o "disgregar". Un diablo es, pues, aquel que desune, el que separa en partes lo que era unidad, pero no implica que, al mismo tiempo, sea un demonio."
          El significado de la palabra Satán es "el adversario", "el acusador", el "opositor".La figura de Satán ha sido a través de la historia la del cuestionador. Por otra parte, como veíamos antes, la del diablo que es similar, pero no es la misma, es la del separador, o disgregador. Sin embargo, ambas figuras muchas veces sintetizadas en una, muestran una función determinante en la creación del universo.
          Si volviésemos sobre el tema del desarrollo de la conciencia, veríamos que es precisamente la separación o la disgregación la que a lo largo de la historia del individuo permite su desarrollo y evolución.
          La capacidad del ego de desarrollarse reside exactamente en esta separación del todo, que es su madre, por lo tanto el proceso de individuación es sumamente necesario en éste desarrollo. Por otra parte, las distintas tradiciones hacen incapié en que solamente cuando el ego llega a su máximo punto de desarrollo toma conciencia de la realidad del universo, que es precisamente la contraria: el ego, el individuo, en realidad, son solo una ilusión que termina con la unificación de todas las conciencias. El hombre percibe que en realidad esa individualidad es solo una falacia.
          El proceso de un ego a lo largo de la vida culmina con la disolución en el momento de la muerte, es decir, vuelve al punto del cual surgió: al todo.
          El drama de la expulsión del paraíso es la descripción de este desarrollo del ego humano.  La función de Satanás en la obra universal, es la de conducir al individuo a la comprensión de la unidad a través del desarrollo del ego.
          La función de Satanás es la de ser el motor fundamental del desarrollo de la conciencia individual, conciencia que en realidad culmina precisamente con la ruptura del ego y la vuelta a la unidad.
          La separación y la defragmentación, son precisamente partes necesarias que conducen, por medio del conocimiento, al reconocimiento de la verdadera función del hombre.
          Solamente cuando comenzó a fragmentarse el conocimiento en las sociedades humanas, realmente se comenzó a conocer el funcionamiento de las cosas. La fragmentación condujo a la sociedad a desarrollarse en poco tiempo de una manera vertiginosa, llegando a tocar límites que aún hoy nos parecen increíbles. Sin embargo hoy son muchos los que comienzan a reconocer  que esa fragmentación, si bien nos condujo a las puertas del conocimiento, también nos sumergió en un laberinto del que difícilmente podamos salir bajo los actuales paradigmas.
           Podríamos decir entonces que el diablo ha cumplido con su función, una función que, ha sido sumamente natural y neutral.
          Acá nos encontramos entonces con la posibilidad de reconocer que los mítos mencionados, no hablan de personificaciones  como las de Jehová y Satanás, o el bien y el mal, sino de fuerzas actuantes en el universo, fuerzas naturales que son descriptas en su accionar a través de parábolas, pero que el hombre precisamente en su necesidad de poner las cosas a  su altura transforma en un Dios y en un Diablo dificilmente creíbles. Pero es precisamente por esta visión infantil, que el hombre de ciencia descarta,y aquí está su error, el conocimiento místico, escrito en parábolas, sobre como funciona y hacia dónde va el universo
          El camino del conocimiento marca precisamente que las historias de dioses y demonios son  ejemplos que muestran, muchas veces en forma solapada y oculta, el comportamiento de las fuerzas de la naturaleza que, obviamente, nos han creado y, en algún momento podrían destruírnos
          Pero todavía hay muchas cosas que desentrañar, porque esta historia recién comienza.
           
           

          Bibliografía
          Acerca del bien y del mal. Dr. Norberto Levy
          El demonio - Félix Gracia
          El simbolismo en la ciencia sagrada- René Guénon
          El Antiguo Testamento- Versión Reina Valera