Fragmentos del tiempo sagrado 

           
          En nuestro número anterior, en el artículo "Los caminos de la serpiente", leíamos una aproximación a la ruptura del espacio normal o "profano" y cómo muchas doctrinas nombraban a esta entrada en la no temporalidad, o lo que equivaldría a el momento originario del hombre.
          La posibilidad de la ruptura de la Trama Yoica Temporal a través de ciertos trabajos espirituales, permiten la entrada en lo que Carlos Castaneda daba en llamar " realidades aparte".
          Hay una diferencia entre esas realidades aparte y la realidad única, aunque unas deriven de las otras.
          Como vimos en el artículo anterior, lo que viene a relatarnos la mitología, o el espacio mítico, es la narración del aspecto sagrado del hombre, ese espacio en el cual se es uno con uni mismo, y por lo tanto uno con Dios o con la fuerza originaria.
          El cuadro que precede a este comentario, contiene algunos extractos tomados de la obra de Mircea Eliade relacionados al tiempo profano y al tiempo sagrado, o al espacio mítico y como el hombre, a través del ritual o de los ritos originarios, entra en ese espacio mítico.
          Vemos también como mucho más temprano, y desde una postura totalmente diferente, Pedro Ouspensky hace referencia, desde lo científico, al mismo estado.
          En nuestro próximo número continuaremos con el cuarto de los artículos de la Serpiente (igualmente encontrarán en éste número bastante material sobre ella, desde lo alquímico y desde su significado psicológico en las distintas culturas), en el que nos explayaremos bastante más profundamente sobre el espacio sagrado, el árbol, y la entrada en otra realidad.
           

          Los tiempos y los ritos

          Mircea Eliade
          -1949- 


          Los hombres tendrían la tendencia a hacerse arquetípicos y paradigmáticos. Esta tendencia podría parecer paradójica, en el sentido de que el hombre de las culturas tradicionales no se reconoce como real sino en la medida en que deja de ser el mismo (para un observador moderno) y se contenta con imitar y repetir los actos de otro.
           

          Mucho más importante es la segunda conclusión a saber: la abolición del tiempo por la imitación de los arquetipos y por la repetición de los gestos paradigmáticos. Un sacrificio, por ejemplo, no solo reproduce exactamente el sacrificio inicial rebelado por un dios ad origen, al principio, sino que sucede en ese mismo momento mítico primordial, en otras palabras: todo sacrificio repite el sacrificio inicial y coincide con el. Todos los sacrificios se cumplen en el mismo instante mítico del comienzo; por la paradoja del rito, el tiempo profano y la duración quedan suspendidos. Y lo mismo ocurre con todas las repeticiones, es decir, con todas las imitaciones de los arquetipos, por esa imitación, el hombre es proyectado a la época mítica en que los arquetipos fueron revelados por primera vez.
          En la medida en que un acto (o un objeto) adquiere cierta realidad, por la repetición de los gestos paradigmáticos, y solamente por eso hay abolición implícita del tiempo profano, de la duración «de la historia», y el que reproduce el hecho se ve así transportado a la  época mítica en que sobrevino la revelación de esa acción ejemplar.
          La abolición del tiempo profano (tiempo que hay entre dos hechos sagrados. Entre ambos hechos sagrados, el tiempo profano queda abolido), y la del hombre en el tiempo mítico, no se reproducen, naturalmente, sino en las intenciones esenciales, es decir, aquellos en el que el  hombre es verdaderamente él mismo, en el momento de los rituales o actos importantes (alimentación, generación, ceremonias, caza, guerra, pesca trabajo.) El resto de su vida se pasa en el tiempo profano y carece de significación.
          En la medida en que repite el sacrificio arquetípico, el sacrificante en plena operación ceremonial, abandona el mundo profano de los mortales y se incorpora al mundo divino de los inmortales.
          Si entonces bajara sin cierta preparación al mundo profano, que abandonó durante el; rito, moriría de golpe; por eso son indispensables ciertos ritos de desacralización para integrar al sacrificante al tiempo profano.
           
           

          Podría decirse que el mundo arcaico ignora las actividades profanas: toda acción dotada de un sentido preciso -casa, cultura, conflictos, sexualidad- participa de un modo u otro en lo sagrado. Solo son profanas aquellas actividades que no tienen significación mítica, es decir, que carecen de modelos ejemplares.
          Una danza imita siempre un acto arquetípico o conmemora un momento mítico, es una repetición, y por consiguiente, una reactualización de aquel tiempo.
           
           



          Pedro Ouspensky
          -1921-

          Una cosa que no se encuentra en el espacio, que se halla disociada de la idea de espacio, y que no esté incluida en la categoría de espacio, no se diferenciará de ninguna otra cosa por ninguna cualidad,; ocupará exactamente el mismo lugar, coincidirá con ella. Del mismo modo, todos los fenómenos que no se realicen en el tiempo, que se encuentren disociados de la idea de tiempo, que no sean tomados en una o en otra forma desde los puntos de vista del antes, el ahora y el después, coexistirán para nosotros simultáneamente, y se confundirán uno con otro, y nuestra débil mente no será capaz de distinguir un momento en la variedad infinita.